El
paro indígena se ha convertido en un cóctel explosivo: choques entre
manifestantes y fuerza pública que ya dejan un muerto y decenas de heridos, bloqueos
a la carretera Panamericana, millonarias pérdidas económicas, presencia de las
disidencias en las zonas y hasta la muerte de ocho indígenas en confusos hechos
forman parte de esta peligrosa mezcla.
Desde
hace casi dos semanas, el suroccidente colombiano está en jaque en una historia
que se repite cada cierto tiempo. El paro indígena, en protesta por los
históricos incumplimientos de varios gobiernos con estas comunidades, resurgió
con fuerza. Se inició con algunas concentraciones, evolucionó y pasó a
bloqueos en la carretera Panamericana, la arteria que comunica a los departamentos
del Valle, Cauca y Nariño con el resto del país, atizados con protestas y
enfrentamientos con la fuerza pública.
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